¡Prost!: una noche en el Hofbräuhaus

viernes, 20 de enero de 2012


Los nazis no imaginarían que allí donde se reunieron para dar a conocer al mundo un dogma que propugnaba el predominio de una sola y auténtica raza, todas se juntarían para armar la rumba. Y aunque no sea el mismo edificio, pues aquel donde Hitler y sus secuaces se reunían fue destruido durante la guerra, se sabe que la Hofbräuhaus que visitamos hoy tiene la misma ubicación.

Esta cervecería debe ser una de las más viejas y quizás la más famosa del mundo. Ello le da una relevancia sin igual ya que por su antigüedad ha sido una especie de resumen de parte de la historia alemana y es hoy uno de los rincones más turísticos de la ciudad. Sí, ya no tiene mucho de auténtico, todo parece fríamente coordinado, la gente que allí trabaja odia y ama a un tiempo a las hordas de turistas que no cesan de entrar como un mal necesario pero hay que ir por lo menos una vez porque la experiencia, pese a todo, vale.

Hofbräuhaus. Munich - Alemania.
Munich tiene tradición cervecera. Basta con ver el desmadre que se arma cada Octubre, en realidad se inicia en Setiembre, durante los fastos del OKTOBERFEST para salir patidifuso del THERESIENWIESE por ver esa infinita variedad de cervezas que uno no creería ni que existiese. Pero como dicen, de la raza le viene al galgo y si los alemanes de hoy saben mucho sobre esta bendita bebida es porque la tradición no empezó hace poco cuando gracias a la revolución industrial todo se hizo a palpito de máquina y las cosas se creaban entusiastamente y con rapidez; no, hay que retroceder mucho, muchísimo más hasta un tiempo en que todo se hacía a mano y no por ello en pocas proporciones. 

Dicen que Guillermo V, duque de Baviera (1579 – 1597), tenía bajo su dominio unos vasallos fieles pero sedientos como camellos. La realeza se gastaba una fortuna en importar cerveza desde Baja Sajonia hasta que le recomendaron al duque que se dejara de zarandajas y gastos a lo tonto: mándese a traer de un monasterio, que ya se sabe que los curas para vicios los primeros, un maestro cervecero y que viva la pepa. Y así se hizo… y nació lo que sería  la principal fuente de ingresos de la familia regia: la Hofbräuhaus que tendría su primer pequeño local en el ALTERHOF.

Hofbräuhaus. Munich - Alemania. Foto de wikipedia
Maximiliano I no solo heredó de su padre, Guillermo V, la gobernanza de Baviera sino también la sed; aunque tenía un paladar más refinado, no le entraba tanto a la cerveza oscura que en ese tiempo era tan amada como lo es hoy el Bayern FC; el hombre se daba sus caprichos empinando el brazo solo con cerveza de trigo que es la deliciosa Weissbier o cerveza blanca. Debido a la exquisitez de ese paladar y a la exigencia de su carácter la cervecería se haría la experta en la elaboración de dicho tipo de cerveza, hoy ya van 400 años de experiencia. 

El negocio fue la bomba, un éxito sin precedentes; qué negocio que no implique placeres no lo es. Como muestra un botón: solo en 1605 se hicieron casi 1,500 hectolitros de cerveza, considerando el tiempo debió de haber sido mucho. Pero la sed no se calma con rapidez, ya saben; Maximiliano, en otro arranque de genialidad, se dio cuenta de que su cervecería ya no daba abasto así que mandó moverlo a un edificio ubicado justamente en el mismo sitio donde está actualmente la Hofbräuhaus. El problema era que las ganancias apenas si permitían mantenerlo; Maximiliano decidió entonces que la cervecería ya no era solo para nobles sino también para la plebe: es 1610, se abre la puerta al “populorum” cambio que hace que desde entonces bebedores sin pedigrí, como yo, y, para más inri, ay,  desempleados, podamos entrar y sentarnos en una de las largas mesas de madera a tomarnos una cervecita… señores, aunque desde allí arriba no se note, aquí abajo también tenemos sed.       


No es extraño que por tener tanta historia y por estar ubicada en el centro mismo de la ciudad esta cervecería sea tomada por asalto cada noche, y día, por pandillas de turistas ávidas de libar cualquier cosa que no sea agua y que calme la sed. No importa el griterío, el calor humano que parece salir vaporoso y raudo cuando uno abre una de las grandes puertas para poder entrar, el movimiento continuo de los camareros y camareras que hacen equilibrismo llevando unas bandejas inmensas, nada eclipsa la belleza de los interiores de esta cervecería ni ensombrecen el brillo nocturno de las guirnaldas de flores que penden como una cadena de luciérnagas desde las bóvedas.

Hofbräuhaus. Munich - Alemania. Foto de www.gothereguide.com



Pero vayamos por partes. Que la emoción no te gane y se te ocurra sentarte donde sea. Si entras en la enorme sala de la planta baja, llamada SCHWEMME, hay que tener cuidado de no sentarse en las mesas donde haya una  especie de latón donde dice: STAMMTISCH, lo que significa que es una mesa reservada para los clientes habituales. También hay unos estantes donde esta gente guarda sus STEINS o vasos de modo que puedan usar siempre el mismo. Hombre, la gente de Munich también tiene derecho a disfrutar y sentarse en el bar más emblemático de su ciudad; no todo lo vamos acaparar la marabunta de turistas que invadimos el lugar ¿no? Que qué pasa si te sientas en una de esas mesas pues ni idea pero no me quiero imaginar el carácter de un bávaro al que le han quitado su sitio en su cervecería favorita. Pero no hay nada que no arregle el poner cara de tonto y una sonrisa falsa y decir “Prooooooost”. 

Llegan las cervezas. Mi primo César y mi hermana Liz me hacen reír con sus ocurrencias, nos concentramos en nuestra conversación, son muchos los años sin vernos. Poco a poco le vamos prestando atención a lo que pasa alrededor: turistas achispados que con sus gritos se traen abajo el encanto del lugar, gente que baila sobre sus mesas, otros que conversan tranquilamente, hombres y mujeres que corren a aliviarse en los baños que se ubican al fondo, la banda de música tradicional y cuyos integrantes están vestidos como típicos bávaros (“las tradiciones” siempre venden, en cualquier pueblo de los Andes o en Munich) encienden la chispa de la alegría, en algún momento tocan una pieza que todos (todos los alemanes) conocen y cantan al unísono, creo que es el himno; dispénseme la ignorancia, mis clases de alemán no han avanzado tanto aunque ya sé decir “Das verstehe ich nicht” o “no entiendo” que es con lo que me respondo al 99.9% de preguntas que me hacen en ese idioma.

Hofbräuhaus. Munich - Alemania
Hofbräuhaus. Munich - Alemania. Foto de la página www.jmarior.net
La cerveza no es tan barata como otras pero es sin duda una de las mejores, sino la mejor. Los alemanes son excelentes haciéndola, aunque hay quien dice que la checa o la de Bélgica son todavía mejores, habrá que ver o mejor dicho beber. Lo que sabemos es que a los teutones la tradición les viene desde que no eran más que tribus nómadas que calmaban la resaca con aguas del Rin y de los experimentadores monjes, la sed también es divina.

Como ya dije la Hofbräuhaus es un punto de encuentro de muchas razas y tipos de gente. Normal, es un sitio muy turístico. Te puedes encontrar a medio mundo allí encerrado y todos, claro, son tus grandes amigos. Ya se sabe, no hay barrera que la cerveza no se traiga abajo: el tímido se anima por fin a meter palabra a la chica que le gusta; el serio muestra la saludable dentadura más de lo habitual al reírse como loco; dos que no hablan el mismo idioma terminan entendiéndose con el lenguaje de los monos: muevo las manos, muevo los ojos, muevo las piernas, me toco la cabeza, en fin. Para muestra estos ejemplos:

Hofbräuhaus. Munich - Alemania
Hofbräuhaus. Munich - Alemania
Pasa una chica cerca a nuestra mesa y nos oye hablar español. Se detiene de pronto y nos mira y dice con raro acento “¿español?… ¡español!... Amo España”; cuando le decimos que somos de Perú grita “Amo Perú… ¡Machupicchu!”. Había que presentarle nuestros respetos a la rusa. Nos paramos y salud y ya somos amigos para toda la vida. Repite las únicas tres o cuatro palabras que sabe del español. Correspondemos repitiendo hasta el hartazgo las dos o tres palabras que sabemos de ruso: “Dostoievsky”, “Da” y “Moscú”… y para que la diversión no se detenga este escriba se pone a imitar el baile ruso del “Moscú, Moscú, luce de película… solos en Moscú”; en cuclillas, con el piececito en punta soportando el peso del cuerpo y estirando una pierna y luego la otra mientras tengo los brazos bien cruzados ¿Ya dije eso de que las cervezas se traen abajo cualquier timidez?  

Hofbräuhaus. Munich - Alemania
Aparecen los brasileños, nos oyen hablar español (el idioma, qué buen gancho) y preguntan “¿Son sudamericanos?”… abrazos y saltos. Hablan muy bien el español y son en esos momentos en que me arrepiento de no haberme puesto con el portugués con lo bonito que es. De nuevo Cusco, Machupicchu, comida peruana y la correspondiente respuesta: Samba, Sao Paulo, Pelé… y demás tópicos. Y a este pechito cuando se le acaban los argumentos no le queda más que bailar: y que salga Xuxa… “ya es la hora, ya es la hora…”. Los brasileños son la muerte, parece que esta gente puede irse a vivir a Laponia o Siberia pero la alegría que portan es incorruptible, lo que es envidiable. Yo, como buen peruano, creo que me mimetizo tanto con el lugar al que voy que pierdo ese fulgor de la tan mentada alegría latina. 

Hofbräuhaus. Munich - Alemania
Los ojos ya están anegados de rojiza alegría, ir al baño es sentirse como Teseo en el laberinto del Minotauro: ¿llegaré a descargar la líquida furia y romperé la condena? ¿por dónde voy? No hay apuro que no conduzca por el camino correcto cual ovillo de Ariadna. Es hora de marchar, antes que nada una foto con la única camarera que se dejó fotografiar. Maja como ella sola. Al salir, casi en la puerta, un grupo de ingleses ríen como locos, tienen la pinta de ser esos británicos que van por cualquier punto del mundo donde se les asegure buen alcohol, buena marcha y esa carita autosuficiente con gesto “it doesntmatterwhatthefuckthisplaceisIjustwanttogetdrunknow”. 

Hace tiempo que no practico mi inglés, quizás es un buen momento para hacerlo. Craso error: “Were iu form gais?... hip”. Al diablo hablar, una foto con estos tíos que lo único que quieren y saben es divertirse como buenos barbaros del norte y que les vaya bien y les pise el tren. 

Hofbräuhaus. Munich - Alemania
Estaba por terminar una noche loca pero nada podía estar completamente acabada sin un leve accidente: los escalones de la Hofbräuhaus siempre estarán en mi recuerdo: no verlas en medio de la semioscuridad de la calle (y de mi mente) me costó doblarme el pie derecho y aunque me quejé un poquitín en el momento no le presté mucha atención al asunto, el alcohol siempre ha sido un buen paliativo, y continué caminando por las calles del centro de la ciudad. O es mejor decir rengueando…canturreando, riendo y demás verbos que conjugados hagan referencia a líquida alegría. 

En una parada del metro, bastante achispado. Munich - Alemania.
Los días siguientes las pasaría con una venda en el pie hinchado.  Así que tengan cuidado cuando vayan y salgan achispados de esta cervecería, ya me contarán. ¡Prost!

Pablo

DATOS UTILES

  • EL nombre completo de la cervecería es Hofbräuhaus am Platzl  lo cual sirve para diferenciarlo de muchos otros Hofbräuhaus que hay, así que fíjate bien donde entras.
  • Otra bar interesante que me recomendaron es el  AGUSTINER – GROSSGASTSTÄTTE (Neuhauser straseen 27) el cual es un gran establecimiento con un ambiente menos estridente e incluso mejor comida.

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