De palacios e iglesias medievales: centro de Barcelona

martes, 28 de junio de 2011

En la entrada anterior, en que iniciamos nuestras correrías por la parte vieja del centro de Barcelona, habíamos quedado a un paso de conocer lo que se puede considerar sin un ápice de duda uno de los edificios más hermosos de la ciudad: EL PALAU DE LA MUSICA CATALANA. Ubicada en una estrecha y algo sombría calle del barrio de Sant Pere, este edificio es todo un exuberante sumario de artes, un derroche de hedonismo artístico donde se mezclan en perfecta armonía la arquitectura, música, pintura, escultura, el color y la sutil transparencia de las vidrieras. Es, junto a la Casa Batlló, mi edificio favorito.

Fachada del Palau de la Música Catalana
Con solo ver el exterior de este palacio uno se da por satisfecho. La fachada, construida con ladrillos rojos, está adornada con pilares cubiertos de mosaicos sobre las que yacen los bustos de los músicos Palestrina, Bach y Beethoven. El resto es una floración ecléctica de estilos que van desde los arcos mudéjares hasta los adornos hechos con cerámica vidriada bizantinas y mosaicos de estilo romano. En la esquina del palacio hay un soberbio conjunto escultórico que es una alegoría a la música popular catalana.

Alegoría de la música popular catalana - Palau de la música catalana

Esta obra pertenece a otro de los genios del modernismo catalán: Luis Domenech i Montaner quien plasmó en este edificio el deseo de la clase burguesa barcelonesa de mostrar al mundo su independencia creativa y su pujanza económica, su deseo de afirmar su tradición sin que ello signifique renunciar a la modernidad; todo ello valiéndose de los parámetros del estilo modernista que prohijó y cuyo crecimiento y vitalidad apoyó. Es por ello que tanto fascina ese famoso estilo, no solo por la intensidad de sus expresiones y la ambición de sus propuestas sino también por haber sido una especie de emblema, de lenguaje irrepetible cuyo crecimiento y desarrollo fue estimulado por una clase que no rechazó lo propio sino que apostó por ello sin que ese tradicionalismo o nacionalismo les hiciera renunciar a la innovación, al cosmopolitismo. Y además por haber sido usado como expresión para enriquecer obras que redundarían en el beneficio propio de la comunidad como es el caso de una escuela de música o de un hospital, como el de Sant Pau.

Palau de la música catalana

De catedrales y gárgolas: El Barrio Gótico de Barcelona

sábado, 25 de junio de 2011

Cada vez que se nombra Barcelona nuestra imaginación nos lleva a alucinar una ciudad en la que los únicos edificios existentes son las bellas casas hechas siguiendo los parámetros del modernismo catalán. Es como si Barcelona existiera solo desde la creación de esos recintos; olvidamos que la ciudad es mucho más vieja de lo que creemos y que tiene uno de los centros medievales más antiguos y hermosos de Europa. Así que ahora recorreremos la parte antigua de la ciudad condal, aquella conocida como el BARRIO GOTICO, desde donde se manejan los destinos de Barcelona desde que los romanos, en tiempo de Augusto, fundaran allí una colonia.

Empezamos la visita  donde antes estuvo el foro romano y ahora se encuentra la Plaza de Sant Jaume lugar en el cual destacan con su fachada renacentista el Palau de la Generalitat (sede del Gobierno Catalán), de 1403 y, al frente, la Casa de la Ciutat (ayuntamiento) dentro de la cual se puede visitar (previa cita) el magnífico Saló de Cent del XIV donde reunían los 100 concejales de la ciudad.

Plaza de Sant Jaume
Plaza de Sant Jaume
Desde esta plaza tomamos el Carrer del Bisbe (calle del obispo) que era la arteria principal de la antigua ciudad romana y que es aún una de las más importantes vías de la Barcelona gótica. Una de las atracciones más famosas de esta calle, y la más fotografiada, es el "Pont del bisbe" (puente del obispo) construida a finales de los años 20 del siglo pasado en estilo neogótico. Tenía como función  unir el Palacio de la Generalitat con la "Casa dels Canonges", hoy residencia oficial del Presidente de Cataluña. Si caminando por esta vieja calle te sientes un poco observado debe ser por las pétreas y aterradoras miradas de la gran cantidad de gárgolas que hay por allí; barrio gótico que no las tenga no merece ése nombre. Cuentan algunas leyendas que esos monstruos de piedra no son sino brujas y hechiceras condenadas a estar por siempre así por haber lanzado escupitajos y otros fluidos corporales menos santos sobre los fieles que acompañaban la procesión del Corpus Christi. Así que si te cae alguna gotilla, mejor piensa mal.


Puente del Obispo




Gárgolas en el Carrer del Bisbe

Escape a la fantasía: El parque Güell de Barcelona

miércoles, 22 de junio de 2011



En uno de sus viajes a Inglaterra el rico industrial catalán Eusebi Güell conoció de primera mano el “movimiento de ciudades – jardín” y queriendo trasladar esa idea a Barcelona encargó a Antoní Gaudí el diseño y la construcción de un lugar que se pareciera a lo que el millonario había visto en las islas británicas; es decir un sitio donde se mezclaran ciudad y campo en perfecta armonía. Para ello puso a disposición del arquitecto 20 hectáreas de su propiedad que tenía al noroeste de Barcelona y donde en 14 años se construyó uno de los espacios públicos más originales del mundo y que a su vez fue el único modelo urbano del modernismo catalán: EL PARQUE GÜELL.


Pequeño universo que parece haber sido hecho con materiales extraídos de la cantera de los sueños, con elementos extraños cargados de misterio. Por momentos la disposición de los edificios y espacios compartidos parecen no seguir patrón alguno, es como si hubieran aparecido de la nada, cosa que parece reflejar el “modus operandi” de Gaudí: nunca entregaba planos de sus obras sino que más bien se dejaba guiar en medio de su mundo por la luz de la inspiración a modo de imitar lo que hacía la naturaleza que no parece planificar nada sino que vive y crece espontáneamente.




Desde el principio este mundo deja evidencia de su exuberancia fantástica: los PABELLONES DE ENTRADA son pequeños edificios que como todos los que salieron de la galera del mago Gaudí parecen más bien construidos  para estar metidos en un cuento de hadas: cubiertos de piedra natural, llevan en la parte superior una especie de sombrero con forma a hongo en color rojo y con puntos blancos además de mucha cerámica multicolor. Alguno con bastante imaginación diría que son casitas sacadas de la tarta o pastel de un niño.




Parc del Laberint d´ Horta de Barcelona

lunes, 20 de junio de 2011

La verdad es que “descubrimos” este parque por pura casualidad pues mirando un mapa vimos que estaba muy cerca al barrio barcelonés de Vilapicina, donde visitábamos  a los parientes que allí tengo; así que animamos a mis primos Glyde y Carlos a acompañarnos y allí nos fuimos.
Construido en el siglo XVIII, lo cual lo hace el parque público más antiguo de la ciudad, es el sitio ideal para alejarse un poco de la vorágine citadina y de la muchedumbre turística que parece poblarlo todo Barcelona; y es también el lugar ideal para darle rienda suelta a la imaginación creyéndote que estás metido en una burbuja de fantasía y belleza, de esas que solo parecen haber en películas de época.

En el ingreso del parque está el algo descuidado “Palacio del marqués” que tiene ciertas reminiscencias moriscas. Detrás de este edificio está el inmenso jardín formado por terrazas que descienden, como si fueran cascadas de terciopelo verde, hasta la misma entrada principal. El parque está dividido en dos zonas: el neoclásico, que alude al amor; y el romántico, que representa la muerte. Como ya se nos hacía tarde y oscureció antes de lo esperado decidimos irnos directamente a la parte más importante de esta especie de vergel: el laberinto, el cual se encuentra justamente en la parte neoclásica, es decir el del amor.

 En el pórtico de este entramado de fantasía hay un recordatorio al mito del laberinto del Minotauro: allí se ve la figura de Ariadna dándole a Teseo el ovillo hilo del que el héroe se valdrá para salir del caos luego de haber matado al monstruo. En la caseta donde se paga la entrada te dan un mapa en el cual puntean el recorrido a seguir para que salgas de este laberinto pero sinceramente estaba algo confuso y fue difícil salir, añadido a eso nuestra torpeza y poco sentido de la orientación claro, habríamos sido presa fácil de cualquier minotauro; bueno al menos fue un buen momento para reír mucho y volver a ser niños. Algunos dicen que el secreto es doblar siempre a la derecha pero aun así no pudimos encontrar la salida y llegar hasta la estatua de Eros que se encuentra justo en el medio de este dédalo de cipreses.

El Ensanche de Barcelona: Dentro de la cabeza de un genio - II

sábado, 18 de junio de 2011


Seguimos en nuestra incursión por el hechizante ENSANCHE barcelonés dejando el PASEO DE GRACIA para doblar a la derecha, hacia la avenida DIAGONAL y encontrarnos casi de inmediato la neogótica y profusamente decorada fachada del PALAU BARÓ DE QUADRAS diseñado por el arquitecto Puig i Cadafalch a inicios del siglo XIX.  Reanudamos la marcha y ya divisamos en la distancia las seis puntas de un edificio que parece haber sido traído enteramente desde algún rincón del norte de Europa. Nos referimos a la CASA TERRADES O CASA DE LES PUNXES (del catalán pinchos o puntas) el cual también fu diseñada por Puig para unificar tres casas de propiedad de las hermanas Terrades.

Otro de los muchos hermosos edificios en Diagonal


Desde aquí hay que continuar por Diagonal hasta la esquina con el ancho Paseo de San Joan y allí tomar el Carrer de Mallorca por donde debemos caminar hasta tener frente a nosotros una de las iglesias menos convencionales y más sorprendentes del mundo y al mismo tiempo emblema de Barcelona. Si creíamos que ya habíamos visto todo el fascinante universo que tenía como eje la inspiración de Antoní Gaudí nos quedamos cortos pues el TEMPLE EXPIATORI DE LA SAGRADA FAMILIA es sin lugar a dudas la más grande y sublime obra de este ilustre artista. Me pregunto qué habría pasado si Gaudí hubiera vivido más tiempo, ¿se habría superado así mismo y nos habría legado una obra tan o más grandiosa que esta iglesia a la que dedicó a exclusividad los últimos 15 años de su vida, de ser eso posible? ¿Qué otros diseños o mundos se guarecían en las sombras de aquella poderosa mente y ya no pudieron ver la luz?
La primera vez que vi una imagen de esta iglesia fue en una de las postales que los parientes nos enviaban a Perú. Recuerdo que mi primera impresión fue de espanto: pensé que ese edificio se estaba moviendo o se estaba viniendo abajo; que tenía vida propia, que era un gigante hecho de lodo y barro que se estaba derritiendo conforme avanzaba hacia la nada.  Ahora estaba frente a esta iglesia y tuve la misma sensación: El hombre que la había diseñado no solo era un arquitecto genial sino y sobre todo era una especie de mago que concedía vida y movimiento a todo lo que creara. Dicen que los románticos reclamaban algo así como que la arquitectura fuera una especie de “poema” que despertara las mismas sensaciones que propiciaban las palabras: la Sagrada Familia cumple con creces esa exigencia… o bien es una epopeya, un poema épico o una especie de “pétrea novela total” que abarca todo un universo.


EL VIAJERO DE LA SEMANA EN SOLOPARAVIAJEROS.PE

martes, 14 de junio de 2011


Recuerdo que cuando era estudiante de turismo esperaba con devoción la publicación de cada uno de los números de la excelente revista VIAJEROS la cual era siempre una garantía de seriedad, ética y compromiso con la cultura y la conservación de la naturaleza, cosas que sabía trasmitir en crónicas que no dejaban de rezumar espontaneidad y pasión por el movimiento y los viajes. Añadido a ello que las fotos eran extraordinarias y las firmas de la gente que allí escribía eran, y aún son, conocidas en el Perú por su solvencia y por su entusiasmo por el acto de viajar.

Sin querer hace muy poco tiempo vi en un quiosco en el centro de Santander, donde vivo, un ejemplar de la revista ALTAIR (de la editorial del mismo nombre y del cual también me considero amante empedernido por la excelente colección de viajes que tiene) el cual dedicaba el número entero al Perú y entre la gente que había escrito estaba Guillermo Reaño, director de la revista peruana VIAJEROS, que como he dicho compraba con verdadero fanatismo, además de viajero y activista por la naturaleza. Para mí era como volver a tener esa magia de la revista de la que era fan pero ahora en España y también era un modo de aplacar la nostalgia al leer algo sobre mi país.

Escribí a Guillermo para felicitarle y desde entonces nos hemos estado enviando algunos cuantos emails y él me propuso usar algunos de los escritos de este blog para publicarlos en la página web de la revista. Para mí era como si Messi me haya pedido que salga al campo para jugar un partidito de fútbol. Así que después del estupor acepté la propuesta. Desde entonces algunas entradas de este blog han sido publicadas en soloparaviajeros.pe y espero que vengan muchas más y que la amistad a la distancia crezca. Por ahora me han dado el honor de ser el “viajero de lasemana”, cosa que agradezco y que es un honor porque recibo ese título como antes lo recibieron viajeros muy importantes y conocidos,  gente a la que verdaderamente admiro.  Publico lo que escribí porque siempre es saludable un poquito de marketing personal  =)   pero sobre todo para compartir mi “filosofía de viaje”, espero que les guste.





Mamá tuvo la culpa. Fue ella quien quizás sin proponérselo me abrió las puertas de la inconformidad y ya diré por qué. Yo no sé si la adicción por la carretera y el movimiento se heredan pero si es así entonces yo no tenía otra opción. Hijo como soy de migrantes andinos, con una madre que dejó atrás su infancia ayacuchana y que luego de subirse a la tolva de un camión y al viejo vagón de un tren puso pie en Desamparados y de un padre que cruzó las cordilleras ancashinas para plantar el germen de sus sueños en el cemento limeño, era inevitable que el hablar de viajar, moverse, irse, siempre tuviera una especie de encanto para mí, un nexo inquebrantable con el mismo acto de vivir.

Como muchos viajeros ese deseo de conocer otros lugares se formó en mí cuando era niño. Esperaba con ansias las vacaciones porque sabía que Mamá me iba a llevar a Ayacucho a visitar a los parientes. Y eso que los viajes no eran una maravilla, por decirlo de alguna manera. Teníamos que rogar que el único conductor de uno de los pocos buses que había no parpadease nunca en las 16 horas de viaje -hoy el viaje se hace en 9 horas- por territorios baldíos, alturas inimaginables y carreteras que ni siquiera merecían ese nombre. Pero la naturaleza no era el único escollo, también lo era el hombre. Era la época del miedo: los militares, los ronderos o los terroristas detenían el bus y luego de preguntas, arengas, pedidos de colaboración y demás nos dejaban ir. Algo estaba pasando en ese otro país que estaba más allá de los arenales limeños y yo lo estaba viendo.

En Ayacucho conocí lo más luminoso y lo más oscuro que como país tenemos. Entre las noticias de desaparecidos y de cuerpos encontrados en el fondo de los abismos, de bombas y balaceras, del abuso y del miedo que todo lo parecía corroer también me maravillé viendo trabajar a los eximios artesanos de Quinua, también fui feliz escuchando a los primos entonar la poesía del huayno y aluciné mirando esos inmensos retablos y fachadas de las maravillosas iglesias huamanguinas. Regresar a Lima era traer mil recuerdos pero también insatisfacción. En la capital parecía que las cosas iban por otro camino, que nadie tenía interés por lo que pasaba más allá de esa muralla de niebla que limitaba la ciudad cada invierno. Yo solo quería volver a salir, tomar la mochila de nuevo y moverme.

Vivíamos en Comas, un distrito peculiar y donde había muchos problemas, algunos parecidos a los que había en Ayacucho: miedo, violencia, balaceras, cochebombas, fogatas encendidas en las laderas de los cerros representando la hoz y el martillo. Pero faltaba la belleza y la poesía que sobraba en los andes. Entonces, queriendo escapar de esa realidad agobiante me refugiaba en libros de viaje o de historia, en mapas, en fotografías, compraba viejas revistas de viajes en la calle Camaná del centro de Lima y me ponía a viajar mentalmente. Desde entonces he sabido que un viajero es un ser insatisfecho, un inconformista, un curioso insaciable. Un ser humano al que la vida, donde sea que le toque vivirla, le parece insuficiente, incompleta. Ahí nace el deseo de quebrar ese sentir tan desesperante y de huir a esa realidad alternativa y satisfactoria que es viajar.

Desde entonces todos los actos y decisiones de mi vida han tenido que ver con los viajes: mis estudios en Cenfotur que me dejaron conocer con más profundidad el Perú; mi trabajo en Explorandes que me permitió viajar haciendo el mejor trabajo del mundo: guía de turismo; la amistad que me prodigaban personas maravillosas que me cobijaban en sus casas en distintas partes de Sudamérica; los deseos de vivir y crecer que me llevaron a vivir en Argentina, en Inglaterra y ahora en España; y claro, el amor. Viajando conocí a mi esposa Pilar, otra víctima de esa adicción viajera y desde entonces nunca he encontrado compañía más perfecta. Juntos hemos  ido en busca de los murales andinos de las iglesias de la sierra limeña; nos hemos hechizado viendo colibríes en Leymebamba o las ropas de las mujeres lamistas en el Santa Rosa Raymi; tuvimos que subirnos en tolvas de camión para salir de Levanto o de Huancaya y hasta dormimos en el piso de un bar en un pueblo entre Pucallpa y Aguaytía debido a un paro cocalero y todo eso lo hemos disfrutado tanto como callejear en los laberintos de la City londinense o de algún pueblo medieval español o en escuchando un concierto en la iglesia de San Pedro y de San Pablo de Cracovia… y como buenos soñadores que somos ya nos imaginamos tomando el transmongoliano y bajando hasta el sudeste asiático siempre azuzados por la curiosidad de saber lo que guarda este mundo.

Mis amigos piensan que soy millonario por haber viajado mucho. Debo reconocer que soy un afortunado pero que dinero es lo que menos poseo y de haber esperado tenerlo quizás seguiría sin salir de Lima. Cuando uno quiere llevar a cabo sus sueños de viaje pone su vida en función de ese anhelo y nada lo detiene, ni siquiera algo tan efímero como el dinero. No hay ningún sitio a donde tus pies no te puedan llevar, no hay ningún trabajo que tus manos no puedan hacer. Nadie se ha muerto por comer solo pan con jamón y agua por días con tal de estirar la estadía en un lugar. Solo necesitamos ganas y menos pretextos. Todo empieza con un acto: decir me voy. Afuera el mundo espera por nosotros. 

Corto el rollo. Con los viajes me pasa como con los libros. Hay tan poca vida y tanto por leer… hay tan poca vida y tantos lugares por conocer. Pero eso no debería paralizarnos. Yo creo que el viaje es uno de los mejores, sino el mejor, modo de invertir ese préstamo tan corto y efímero que se nos ha dado: la vida. Nos vemos en la ruta.

El Ensanche de Barcelona: dentro de la cabeza de un genio

sábado, 11 de junio de 2011


Luego de haber paseado por las Ramblas entre estatuas vivientes e indignados seguimos el paseo por Barcelona esta vez caminando por el PASEO DE GRACIA, una de sus avenidas más elegantes y considerada la segunda más cara de Europa y donde está parte del espíritu de esta ciudad el cual palpita en los muy famosos edificios que allí hay y que han sido engalanados con un estilo que ha hecho que Barcelona sea uno de los lugares más famosos del mundo: el modernismo catalán. Debe haber pocas vías como esta que presuman de tener un par de edificios considerados Patrimonio de la Humanidad y varios más que bien podrían ser reconocidos dentro del mismo grupo.
Si en las ramblas se imponía el estallido colorinche de las ropas de las estatuas vivientes y veíamos las más ingeniosas maneras de ganarse la vida en el cemento citadino, en Gracia prima la elegancia, la sobriedad, el confort y las ganas de mostrarse; no por algo esta arteria ha sido, desde casi sus inicios, la más importante y mimada por la burguesía catalana la cual apasionada como era por las novedades financió la creatividad de un grupo de geniales arquitectos quienes materializaron ese deseo convirtiendo esta avenida en una especie de escaparate de residencias y edificios oficiales sin par.
Todo empezó en 1854 cuando las murallas medievales que contenían Barcelona se derrumbaron; la expansión se hizo inevitable y entonces apareció el distrito conocido como “El Ensanche” (del catalán L'Eixample) que es hasta el día de hoy el más poblado de toda España. En esta nueva aparición jugó un rol importante el Paseo de Gracia que solía unir en el pasado al poblado del mismo nombre con la vieja Barcelona.


Desde la plaza Cataluña tomamos la acera izquierda de esta avenida pues allí se encuentran la mayoría de construcciones más importantes. Así empezamos viendo LA MANZANA DE LA DISCORDIA llamada así debido a que allí están situados, en un aparente intento de competición tratando cada cual de mostrar la belleza de su factura, muchos de los mejores edificios del modernismo catalán. Destacan principalmente tres: la Casa Batlló de Antoni Gaudí, la Casa Lleó Morera de Lluís Domènech i Montaner y la Casa Amatller de Josep Puig i Cadafalch.
Primero vemos, en el número 35, la CASA LLEÓ MORERA. Obra del arquitecto Doménech i Montaner quien la terminó en 1905. Fue algo alterada en 1943 para poner una tienda en su parte baja pero su interior y sus maravillosas vidrieras han sido, felizmente, conservadas. La casa no está abierta al público pero aprovechando que la puerta estaba abierta entré y pude ver el suntuoso techo del vestíbulo y una gran escalera cubierta de azulejos.


Más adelante aparece la admirable fachada de la CASA AMATLLER, de 1898, la cual es obra del arquitecto Puig i Cadafalch. En ella resaltan unas ventanas en las que se mezclan los estilos gótico y mudéjar. Arriba, corona el edificio un peculiar tejado escalonado. Esta casa es la sede de una institución por lo que es posible entrar y ver el vestíbulo decorado con columnas en espiral y un poco más adentro se ve, en la parte superior, una gran claraboya de cristal.


Caminar por Las Ramblas: entre estatuas vivientes e indignados

miércoles, 8 de junio de 2011

Considerada la calle  más característica  de Barcelona o, si se quiere, la más turística, que no es lo mismo pero para muchos es casi igual, las Ramblas son un excelente muestrario de lo que es una gran ciudad de las de ahora: turismo, ingenio, mezcla, pobreza, riqueza, encanto, belleza, huachafería (horterada dirían los españoles) y más… Pero vamos, que es inevitable andarla al menos una vez y pecar de poco original otras tantas.



Nuestra idea era unir el mar con el centro de la ciudad, es decir empezar el paseo en el puerto y acabar en la famosa Plaza Cataluña así que empezamos al pie del Monumento a Colón el cual nos recuerda el lugar donde desembarcó el genovés a su regreso del viaje en el que (casualidad de casualidades) se encontraría con un continente que no buscaba. No es raro ver sobre la cabeza del navegante alguna gaviota aposada apuntando con su pico, como lo hace él con su dedo, al infinito. Si quieres ver la ciudad a vista de pájaro (o de gaviota) este es el sitio ideal pues un ascensor te lleva hasta la corona del monumento el cual tiene 60 metros de altura. 



Un poco más allá, a la entrada de una especie de pasarela de madera conocida como la Rambla del Mar, están otros navegantes que hicieron el camino inverso de Colón, el del arribo al viejo mundo: muchachos africanos que con su español forzado tratan de convencer a los turistas de comprarles las gafas de sol o los pañuelos de imitación que tienen aposados sobre unas telas multicolores en el suelo. Para contrastar, si el viajero camina un poco más, siempre por esta Rambla del mar, llegará al centro comercial MAREMAGNUM y encontrará bonitos restaurantes, cines, gente bien vestida y uno de los más grandes acuarios de Europa…

  
Sobre el mar van despaciosamente las embarcaciones de doble cubierta conocidas como Golondrinas y que son la delicia de muchos turistas, justamente desde dentro de uno de ellos unos jovencitos extranjeros levantaban las manos saludando y apuntando sus diminutos móviles hacia el puerto con la intención de tomar unas fotos que seguro pondrán inmediatamente en la cuenta del Facebook. Mientras tanto bajan, colgando en el vacío y mecidos por el viento, los funiculares desde MONTJUIC que son otra delicia de delicias para los visitantes con ganas (y capacidad) de gasto. Como ves opciones para ver Barcelona hay por cantidades: por mar, por aire… o humildemente por tierra.


En Barcelona: Caminando por Montjuic

viernes, 3 de junio de 2011


Barcelona, Barcelona, Barcelona… cuánto se ha dicho y cuánto se dirá de esta hermosa ciudad. Así que mejor ser claro desde el arranque: No diré nada nuevo que no puedas encontrar en Wikipedia o en las millones de páginas web que hay sobre este lugar. Mi intención es dar a conocer mi experiencia de viajero inmigrante, desempleado y entusiasta en un sitio exótico.

¿Exótica Barcelona? ¡Hombre, claro que sí! Muchos viajeros dan por hecho que una ciudad como esta, donde diariamente se pasean sin apuros miles y miles de turistas y que de tanto escuchar y ver de ella parece que ya se la conociera, no puede sorprender a nadie. 
Pero cuando vives en países en vías de desarrollo, al otro lado del mundo, y llevas en tí la adicción viajera sueñas con conocer alguna vez una ciudad como Barcelona o Madrid o París  por más que hayan convertido en tópicos turísticos. El nombre de esas ciudades  suenan para nosotros los sudaméricanos tan exóticos como le pueden sonar a los europeos las palabras Machu Picchu, Aracataca o Cochabamba. Ellos vienen a buscar algo que en Europa no encuentran. Nosotros vamos a Europa por lo mismo.

Pero en el caso de los viajeros que venimos de países pobres  llegar a esos sitios no solo hay que pasar un inmenso mar sino también otro: el de los trámites, negaciones de visas y aprovisionamiento del dinero que hay que juntar para llegar. Es obvio que el viajero del primer mundo no se encuentra con semejantes líos. 

Soy un afortunado, he podido cononocer este lugar cuyo nombre sonaba siempre como un anhelo infinito. Aquí vamos entonces, a contagiarnos del encanto de esta ciudad que refulge día y noche mirando desde siempre al Mediterráneo y pensando en que cumplí un sueño: el de conocer y vivir en la "exótica” Europa…

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En los altavoces del avión de Ryanair (no es que quiera hacerle publicidad pero es la línea aérea que me permite volar con presupuesto de “parado” aunque en sus aviones no te den ni las gracias) suena la trompetita que avisa que hemos llegado en hora y que Barcelona espera por nosotros. Hay muchas maneras para ir del aeropuerto hasta el centro de la ciudad pero nosotros escogimos la más económica que es tomar el bus número 46 que por 1.40 euros por persona te lleva en más o menos 30 minutos hasta la Plaza España lo cual nos venía muy bien porque planeamos aprovechar las últimas luces del día (habíamos arribado a casi las 3 de la tarde) para pasear entre los jardines y museos de Montjuic, así que con nuestras mochilas a cuestas y sin pérdida de tiempo nos fuimos a este lugar donde definitivamente ocio y cultura se dan la mano y ofrecen una de las caras más bonitas de la ciudad condal. Más info sobre transporte del aeropuerto de Barcelona hacia la ciudad en esta página.

Nos apeamos en el paradero de la plaza España en donde vimos una de las tantas clásicas estampas de la ciudad: las columnas hechas de ladrillo a semejanza del campanario de la plaza de San Marcos de Venecia. Al lado está la Plaza de toros de 1899, donde ya no se escuchan “oles” pues las corridas están prohibidas en Cataluña pero lo que si se podrá oír es algún grito eufórico ya que todavía se usa la plaza para conciertos.





Desde la plaza España se entra a Montjuic a través de la avenida Reina María Cristina lugar en el que se encuentra la famosa Font Mágica cuyas aguas se iluminan y ondean al ritmo de la música mientras turistas boquiabiertos las graban con sus teléfonos moviles para luego colgarlos en youtube. Esta avenida, la de la Reina María Cristina, tiene mucha importancia en la historia de la ciudad ya que fue allí donde se construyeron diferentes edificios para la gran Exposición Internacional de 1929, evento en el que Barcelona confirmó su valor como ciudad ejemplar. Así que al pasear por esta larga arteria presta mucha atención a las fachadas de los edificios como el Palau de Victòria Eugènia y el de Alfons XIII ambos de 1923 o el pavelló Mies van der Rohe.

Llegamos hasta la Plaza de las Cascadas y empezamos a subir por viejas y elegantes escalinatas hasta el sitio más alto de Montjuic: el Palau Nacional o Museo Nacional de Arte de Catalunya, que fue justamente el principal edificio de los fastos de 1929. Este es un sitio obligado para todos los amantes del gran arte ya que tiene los mejores frescos románicos de Europa, muchos del siglo XII, y  una importante colección gótica además de pinturas de El Greco, Zurbarán, Tiziano y Velásquez.




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