Lima 1: Callejeando por el Centro Histórico

jueves, 27 de enero de 2011

Cuando volví de Londres a vivir a Lima de nuevo me prometí que la recorrería tal y como caminé por Londres: como un tipo que estaría de pasada y quería ir viendo y escribiendo sobre los sitios de la ciudad como si fuera la primera vez que la viera. El trabajo y los viajes apenas me permitieron escribir algunas cosas, me quedan pendiente para cuando vuelva unos posts sobre el Callao, La calle Capòn (calle China), los cafés de Lima y hasta los cines porno... siempre me han gustado las cosas bizarras. Bueno hasta entonces pondrè aquí lo poco que pude recopilar sobre la ciudad en que nací. 


Como en muchas ciudades de fundación hispánica en América,  la Plaza Mayor de Lima (o Plaza de Armas como se le conoció por un tiempo) es el sitio con más historia. Si bien su importancia económica decayó mucho y varias familias ricas decidieron irse a vivir al sur, es ahora un lugar que se tiene que visitar y que guarda un encanto peculiar gracias a la recuperación de sus espacios que se ha llevado a cabo en los últimos 10 años, y vaya que se nota la diferencia.

Aunque de la época colonial queda poco, los terremotos y los limeños han hecho cada cual lo suyo por traerse abajo lo de histórico que aquí había, felizmente quedan algunas cosas que nos traen el recuerdo de esas épocas en que Lima no era más que un villorio destinada a ser la joya de la corona. Lo que nos puede dar idea de cómo era la ciudad son la fuentes de agua de 1651, algunas partes del pórtico de la Catedral y la Casa del Oidor que está en la esquina entre el Palacio de Gobierno y el Palacio Arzobispal, una casa amarilla de balcones verdes.

Es aquí, en este cuadrado imperfecto, donde  pasaron algunos de los sucesos más trascendentales de la historia peruana. La fundación de la villa, que luego sería capital de un virreinato más grande y rico que el reino de España, se dio en esta plaza; la fundación de la ciudad en la línea costera peruana fue en desmedro de la relevancia que los andes tenían hasta entonces como lugar de suma importancia: el Cusco imperial ya no sería más la ciudad más importante del reino y de paso también cambió la historia económica puesto que sería la costa, y sus ciudades y habitantes, los que desde entonces ejercerían su influencia en el resto del país. 



Aquí se llevaban a cabo las primeras corridas de toros del sur del continente y se castigaba a los condenados por la Inquisición; aquí habría una feroz batalla entre los incas rebeldes, que trataron de destruir la capital descendiendo desde el cerro San Cristóbal, y los españoles que a poco estuvieron de ser arrasados; aquí se celebraban las misas y las procesiones cada vez que un terremoto se traía abajo la catedral; aquí vendría la gente a comprar y vender lo que se pudiera; aquí se proclamaría la independencia del Perú y se prepararían los ejércitos para salir a luchar contra los españoles (de allí su nombre de Armas); en las torres de la Catedral serían colgados los cuerpos, luego de haber sido linchados, de los hermanos Gutierrez que asesinaron al Presidente Balta en el siglo 19, en fin. No pararíamos de reseñar los muchos sucesos históricos que se llevaron a cabo aquí, así que disfrutemos de andar por esta bonita plaza que ha sido bien recuperada y que guarda entre sus rincones muchos secretos y sitios de interés, que nosotros iremos descubriendo juntos.

Allí está la Catedral y su museo que vale la pena visitar, es un hecho que los domingos va a estar abierta así que si vas un fin de semana la podrías visitar gratis por dentro. Está sitiada sobre lo que fue un templo inca, de allí el desnivel, y en su interior están los restos de Francisco Pizarro fundador de la ciudad. En el atrio solía estar una estatua ecuestre del conquistador que fue removido a una esquina de la plaza (hoy Plaza Perú, al lado del Palacio de Gobierno) y de allí lo llevarían hasta el Parque de la Muralla que visitaremos más tarde.

Al lado de la Catedral está el Palacio Arzobispal, que es de moderna factura pero que fue construida en estilo Neo Colonial, en la primera mitad del sigo 20, de allí que su balcón sea uno de los más hermosos de la ciudad. 



Al frente está el Palacio de Gobierno, lugar en el que a las 12 del mediodía, todos los días, puedes ver el Cambio de Guardia. Vamos que no es Buckingham pero vale la pena verlo. El palacio también es moderno, el anterior se incendió en 1921, pero está en el lugar donde los españoles encontraron la residencia del curaca que administraba la ciudad, Taulichusco, y que Pizarro tomó como vivienda para poder controlar las aguas del río Rimac que está a las espaldas del palacio. Esta residencia se convirtió así en el centro del poder español en América y también en escenario del primero, de los muchísimos, golpes de estado: los ex amigos de Pizarro, los almagristas, le atacaron en el recinto y le mataron, dicen que con una espada le cruzaron la garganta. El palacio se puede visitar por dentro ahora, pero hay que inscribirse en una lista con anticipación.

Y para cerrar el conteo de edificios, veamos el Palacio Municipal, que dicen que fue cárcel. Se incendió también y se construyó un estilo más moderno en 1940. Está cortada por un pequeño pasaje que se llama Santa Rosa. En su interior hay una pinacoteca, una biblioteca muy vistosa en donde se guarda el Acta de fundación con la firma de Pizarro (o su garabato, él era analfabeto) y una piedra lunar que unos astronautas le regalaron a la ciudad.



Sugiero tomar justamente el pasaje Santa Rosa y disfrutar de la vista de los balcones de la Municipalidad; esta parte peatonal es una de las más bonitas  del centro. Ahora hay muchos restaurantes y cafés que son más caros de lo que usualmente son los negocios del Centro pero bien valen la pena. Recomiendo el Tanta.

Doblando a la derecha se va hacia el edificio de Correos,  con una fachada de estilo entre clásico y ecléctico, en su interior está el Museo Filatélico,  de visita gratuita.  Detrás del edificio está una galería de tipo afrancesada que visitaremos más tarde.  Se baja por la calle Conde de Superunda, media cuadra, y se llega hasta la esquina con Camaná, en donde tenemos cosas más que interesantes por ver.



A la izquierda una plazoleta pequeña donde se ve una escultura en bronce hecho en honor al “lustrabotas”, que es un personaje característico de la ciudad. En esta plaza están las Galería Santo Domingo en donde venden toda clase de souvenirs y recuerdos a precios mucho mejores que los que usualmente se encuentran en el Inka Market de Miraflores o en las Ferias Artesanales de la avenida La Marina. Visita recomendada si tu onda va por lo de llevar media maleta llena con recuerdos hasta para el amigo del amigo de un amigo. 


Y a la derecha está la Iglesia y Monasterio de Santo Domingo, un sitio de obligada visita.  La iglesia más visitada es la de San Francisco con sus catacumbas pero a modo de conocer un lugar más secreto y donde uno puede andar por libre sin necesidad de guía y dándose sin apuro una idea de lo que era vivir en el claustro de una de las muchas iglesias de la ciudad  pues este es el lugar. La entrada es 5 soles y el Convento está excelentemente conservado.

Pero vayamos por partes. Primero está la pequeña Capilla de la Veracruz, no es de mucho interés pero se dice que allí se guarda una astilla de la Cruz de Cristo. Hay unas esculturas interesantes. Luego recomiendo conocer la iglesia de Santo Domingo. Su torre es una de las más altas de Lima, dicen que fue diseñado por el virrey Amat para tratar de impresionar a su amante, una adolescente Micaela Villegas, La Perricholi. La estructura del iglesia es la más antigua y en su interior entre otras cosas peculiares podemos ver los cráneos de Santa Rosa y san Martín, santos Limeños dominicos, además hay una hermosa escultura hecha por Caraffa que representa a Santa Rosa yaciente, esta obra debió conmover a los limeños de entonces pues la trajeron desde el puerto del Callao entre procesiones y lágrimas cual si fuera la misma monja.  



Luego visitemos el Monasterio, cuya entrada está un poco más allá. De entrada sorprende una habitación que tiene un techo artesonado que es extraordinario y algunas reliquias y adornos. Continuamos y allí está el claustro principal en cuyas paredes, cubiertas de azulejo sevillano de 1606, hay pinturas representando la vida de Santo Domingo que fueron los primeros cuadros con tendencia naturalista que llegaron a Lima y que tuvieron gran  influencia en el arte limeño virreinal. La tranquilidad y silencio que aquí se siente hace un fuerte contraste con todo el bullicio que hay en las calles.

Aquí se puede visitar un hermoso salón en donde se reunían los monjes a debatir y en donde los postulantes a recibir el grado de doctor por la universidad de San Marcos, la más antigua de América y que empezó a funcionar aquí en el claustro de Santo Domingo, exponían sus ideas y recibían la aprobación del virrey y los profesores.

El segundo claustro es menos impresionante pero al menos mantiene viva la sensación de tranquilidad y recogimiento.  Por allí se llega a la Capilla de San Martín, donde están sus restos, y donde se puede ver una urna llena de papelitos que los creyentes le han escrito al santo pidiéndoles favores. A la entrada de esta capilla hay un par de pinturas que representan los milagros que hicieron posible que Martín fuera considerado santo. Cosa que sucedió en el siglo 20, a diferencia de Santa Rosa que fue canonizada durante el siglo 17. Se entiende que al ser blanca y de hija criolla fuera aceptada con prontitud como santa, además era una jugada maestra de la Iglesia, de ese modo se ganaban los favores de la clase criolla que ya empezaba a dejar a sentir su influencia. 



Cosa interesante es el Osario que está en el subsuelo y que se puede visitar, allí están los restos de muchos monjes dominicos y más allá, separada, los de San Rosa. También hay una biblioteca a la que no se puede visitar, solo ver por los cristales.

Al salir del Monasterio recomiendo no ir por el sitio por el que se ha venido desde la Plaza sino más bien tomar la Galería del Correo, que es una paseo que parece recordarnos a un sitio parisino. Muy elegante y vistoso, lleno de puestos donde te ofrecen postales, cartas, sobres, peluches y posters del Che. Interesante.



Olvidaba decir que por la misma calle Conde Superunda, se puede seguir caminando una cuadra más hasta llegar al Palacio de Osambela, que es un clásico poco visitado. La entrada es gratuita y si no hay reunión alguna el guardián, que es un tipo muy buena onda y conocedor del lugar, te dejar ver el sitio, a la salida es bueno dejar una propina. Desde la parte alta del palacio dicen que el Conde veía con un catalejo la llegada de los barcos al Callao. Los balcones del palacio son muy grandes y están bien conservados. El palacio es una excelente opción ya que casi todas, sino todas, los edificios coloniales de Lima están cerradas al público.



Volvemos a la salida del paseo del Correo. Salimos y llegamos de nuevo hasta el Palacio de Gobierno, por su parte lateral; hay que volver a la plaza, doblando a la derecha, y luego a la izquierda,  y caminamos frente a la fachada del Palacio esperando no tener la mala suerte de ver al Presidente. Luego, al terminar de pasar todo el edificio, volteamos a la izquierda, calle Carabaya, y no nos detenemos hasta donde termina, que es a una cuadra.



Frente a ti tendrás la estación de trenes de Desamparados, llamado así porque antes había allí una iglesia con ese nombre. El lugar es célebre, desde allí partía, todavía parte pero en visitas esporádicas, uno de los trenes más altos del mundo. Ahora ya no funciona como estación sino como Casa de la Literatura, es un buen pretexto para entrar a visitar el lugar y ver su estructura y sus espacios y quién sabe conocer un poco de la literatura peruana, ahora que producimos premios nobel  =)   Al fondo hay un café en donde hay diarios y revistas a la mano, buen lugar para matar el tiempo y buscar algo de sombra cuando el sol limeño castiga.

Saliendo de la estación, frente a nosotros y en toda la esquina, verás al mítico Bar Cordano de cuya historia ya he hablado en una crónica de los bares del centro de Lima.  Hay que voltear a la izquierda, por la calle Ancash, y seguir hasta llegar a la iglesia que vemos al fondo: La Iglesia de San Francisco, la más visitada y turística de todas. Vale bien la pena una visita, yo no pongo nada aquí porque ingente información encontrarás en la web. De todos modos, si estás harto o harta de los grupos el de Santo Domingo viene mejor.

Frente a la iglesia de San Francisco, en la esquina de Lampa y Ancash, hay un café que se llama Cesar, uno de mis favoritos y de lo mejor. Sencillo sin ser cutre, buena sazón, excelente atención. Tomarse un café allí en la noche, mirando la iglesia de San Francisco iluminada es algo muy bonito de hacer. Pero volvamos, ya estamos frente a la Iglesia si has entrado bien y si no tienes ganas de iglesias ni de huesos pues dobla a la izquierda, por Lampa, y camina una cuadra hasta que llegues al parque de la Muralla.

Un espacio que no es muy antiguo y que casi parece un milagro. Está a la vera del famélico río Rimac, en donde antes solo había basurales por lo que se agradece que este parque haya aparecido como una cosa gratamente inesperada. Lima había sido siempre una ciudad amurallada debido a que los corsarios la querían exprimir. Como una ciudad medieval fue creciendo y creciendo hasta que no se pudo más y en 1870 se traen abajo las murallas y la explosión empezó hacia todas partes, sin coordinación Lima fue creciendo hasta convertirte en la ciudad amorfa que es hoy.



El parque de la muralla es un lugar al que siempre me ha encantado ir y de los que más extraño. Hay mejores parques pero este es encantador por razones que no puedo explicar. Quizás es la historia, una Lima que fue, una Lima que es: las murallas guardando lo colonial y aquello que está más allá de los extramuros es lo nuevo, lo amplio, lo extraño.

De entrada nos recibe el monumento a Pizarro que movieron desde la Catedral y luego desde la Plaza. Su remoción causó controversia. Pizarro es un personaje que despierta de todo. Hay una copia de este monumento en Trujillo, Extremadura, donde nació don Pancho. El contexto histórico en que fue puesto este monumento en la plaza es bastante interesante. Inicios del siglo 20, las élites peruanas, muchos descendientes de españoles, ven amenazada el status-quo al emerger fuerzas obreras, indigenistas y de izquierda. A modo de mandar unas señales de poderío y de demostrar quién manda a quién empiezan con una retórica de dominación: ponen el monumento en el atrio de la Catedral como símbolo del poder que representan. ¿Quién dijo que las estatuas no hablan? Era una Lima occidental, con ínfulas de ciudad europea, que se veía más representada en Occidente que en el Perú que estaba más allá de Lima.

Finales del siglo 20 y principios del 21 y ya vemos que Lima no es más una ciudad que se reconoce europea o que intenta serlo. Es una ciudad que ha sido tomada por nuevas fuerzas, por nuevas gentes: los provincianos y sus hijos llegaron y pusieron a la ciudad y su idiosincrasia hispánica patas arriba. Lima es una ciudad de inmigrantes andinos que han traído su cultura, expresiones y deseos de superación. Le han cambiado la cara a Lima que debe ser ahora la ciudad más andina del Perú o la más mestiza. Si alguien quiere ver al verdadero Perú, pues que se dé un buen paseo por Lima que está aquí vivito y coleando. Cuzco está bien para ver la grandeza de un Perú que ya no existe, que desapareció con la llegada de Occidente y los hijos de ese Perú que desapareció están en Lima y como esta ciudad ahora de es de ellos pues parece justificado que se haya removido la imagen de Pizarro que al fin y al cabo representa el dominio y el dolor de los ancestros de los nuevos inquilinos de esta ciudad. ¿Por qué no permitir mover la estatua si los nuevos dueños así lo quieren?



Pizarro es un tipo que vino, fundó una ciudad, conquistó un mundo, mal que nos pese es parte de la historia y la sangre peruana así que eso de destruir el monumento no está bien, en mi opinión. Un lugar como en el que está ahora don Pancho le viene bien. Al final y al cabo el Perú ahora es un país que participa del concierto internacional, donde imperan ideas modernas  venidas de occidente y fue Pizarro el que inició ese proceso.

Desde el parque de la Muralla se puede ver el Cerro San Cristobal. Un estampa clásica de la ciudad. Cada vez que veo fotos de Lima y no veo el cerro me parece que la ciudad no está completa. No es el Pan de Azucar, ni una belleza semejante pero es parte importante de la historia limeña y peruana.  Se sabe que Quizu Yupanqui, general de Manco Inca, el rebelnde que se enfrentó a los españoles en los primeros años de la conquista, envalentonado y resuelto, decidió tomar la capital de Nueva Castilla. Es agosto de 1536, 25 mil nativos cubren la superficie del Cerro San Cristóbal, profieren gritos, azuzan el miedo en la flamante capital del virreinato. Pizarro, ordena que los tesoros obtenidos hasta entonces en el espolio sean enviados al Callao para ser depositados a buen recaudo en Panamá. Quizu Yupanqui hace jurar a sus hombres que ese día las alternativas se reducen a dos: muerte o victoria. Seis días han pasado entre escaramuzas y enfrentamientos a la distancia. Los incas tiene de prisioneros a los Lurinhuancas pero escapan y se ponen a órdenes de Pizarro quien ya contaba con 193 jatunsausinos, gente de otra etnia. 



Hasta que los nativos se deciden y vadean el río Rímac y entran por el oriente de la ciudad gritando “¡A la mar barbudos!”. Un océano de cabezas cayendo sobre la ciudad como una avalancha desproporcionada sobre el mundo, cuerpos cobrizos se abren paso entre los cercos que se han puesto para defender Lima, aterradores gritos de guerra se confunden con los llantos y ruegos de piedad. Al entrar al corazón de la ciudad los nativos son embestidos por los jinetes que el siempre hábil y experimentado Pizarro había colocado estratégicamente: caos. En el fragor de la batalla, Martín de Sicilia, uno de los jinetes, aprovecha la confusión y se acerca hasta Quizu Yupanqui, lo atraviesa con una lanza hiriéndolo terriblemente. Los castellanos se imponen y los guerreros indígenas, confundidos, incapaces de obedecer a tantos jefes, se retiran, atraviesan el río y esperan de nuevo en el cerro San Cristobal por 4 días. Manco Inca no manda ningún jefe como reemplazo, sus huestes no esperan más y deciden regresar a las sierras. Lima se había salvado de ser destruida.

Otras historias refieren a que en su cúspide fue colocado un cañón a finales de 1880 para aprovechar su ubicación estratégica y repeler (o tratar de) al ejército invasor chileno. Su gris superficie (qué otro color podría tener en Lima) fue alterada con la llegada de los migrantes de provincia a mitad del siglo pasado. Gente que creó sobre este montículo su propio espacio para edificar sus sueños hasta convertirlos en realidad o en pesadillas. Durante la guerra civil de los 80s fue reducto, como muchos otros cerros, de los terroristas.

Como vemos el San Cristóbal ha sido siempre un acompañante fiel de Lima, a su sombra este valle de lágrimas ha nacido y ha crecido, se ha desparramado y ha mutado. Del villorrio insignificante que fue hasta este trasatlántico a la deriva con forma de megaciudad que es; han pasado muchos años y el único que no ha cambiado mucho es el cerro.

Se puede visitar El san Cristóbal en uno de los URBANITO, buses que puedes tomar en la plaza y que por unos cuantos soles (guía + movilidad) te llevan hasta la cima mientras los guías te cuentan la historia de Lima y algunas anécdotas bastante graciosas aunque ya bastante gastadas. Se habla del proyecto de un teleférico. Hay que pasar por las calles estrechas del cerro, ese micro universo que es el San Cristóbal, ver sus 14 cruces que son usados como paradas para el “Vía Crucis” que aquí se representa en semana santa. Todo desde tu minibus, porque valgan verdades, nadie tendría las suficientes agallas para llegarse a la cima caminando, se sabe que ha habido asaltos así que no hay modo. Sin embargo llegar a la cima, donde sí hay seguridad, y observar la inmensa cruz construida en 1928 y al mismo tiempo mirar desde allí al monstruo cubierto de miles de luciérnagas artificiales es un espectáculo notable. Lima de noche, mirada a lo lejos, parece tan linda.

En fin, no les canso más. Ya continuaré con más visitas por el Centro de Lima y espero que sirva lo que aquí escribo para ustedes.

 Pablo

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por su blog. Mi afición por Peru crece cuando leo sus historias y veo las imágenes. Enrique. Madrid.

Pablo Solórzano dijo...

Muchas gracias Enrique, espero que pronto visite el Perú y que lo escrito en este blog le ayude a planificar su viaje. Un saludo!

Anónimo dijo...

Encantador todos tus relatos. Tu gran amor por tu país y la pasión de tus escritos, hacen que cada vez me enamore más la idea de volver a visitarlos. Si la virgen me permite en unas semanas estaré haciendo caso a algunas de tus referencias. Muchas gracias por compartir.

Pablo Solórzano dijo...

Muchas gracias por tus palabras. Espero que la nueva visita sea tan buena como la anterior. Que lo disfrutes. Gracias por tu visita! Saludos!

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